Señor, Dios grande y bueno, Padre todopoderoso, soberano de Cielo y tierra, Dueño de todo lo creado, que manifestaste a tu Hijo en este día a todas las naciones, recibe nuestro agradecimiento por lo mucho que nos das
y escucha nuestras humildes y sinceras plegarias.
Oh Jesús, gloriosísimo Niño de Belén, que fuiste visitado por los Reyes Magos, hombres poderosos, sabios y lejanos que guiados durante su camino por la luz de su fe llegaron gozosos ante ti, pobre y desvalido, y, postrados de rodillas, te adoraron como Dios; como símbolo de acatamiento te ofrecieron oro incienso y mirra, te reconocieron como el Mesías anunciado, y te glorificaron por encima de todos los reyes de la tierra.
Divino Niño, como aquellos Magos ponemos a tus pies nuestra mente, nuestro corazón, nuestros sentimientos, nuestra alma, y nuestro espíritu, nuestras vidas y nuestras necesidades, acoge nuestras suplicas con bondad y danos tu ayuda para solucionar nuestras carencias.
Concédenos salud y alivio en las enfermedades, naliento y éxito en nuestras desilusiones y fracasos, vigor y recompensa en nuestros sudores y esfuerzos, prosperidad y abundancia en nuestros hogares, oh Niño de amor y paz, no nos dejes solos, mejora y a trae suerte a nuestros trabajos o negocios y, sobre todo, rodea nuestras vida de amor, solidaridad, comprensión, verdad, paz y justicia para llenar de calor nuestros corazones.
Amén.