Amado Señor Jesús, hoy ante ti vengo a amarte, a agradecerte y dedicarte unos minutos de oración.

Nuevamente gracias te doy por darnos a San Pío de Pietrelcina, quién en su bondad se ha ofrecido padre espiritual de todos para seguir por los caminos de la caridad.
Amado Señor Jesús, que nunca falte en nuestro hogar inspiración y deseo de hacer el bien.
Señor sopla sobre mi tu aliento de vida, sobre mis hijos, mis padres, hermanos, familiares y amigos.
Te invito a morar en mi casa oh Santo de Dios.
Yo si quiero ver contigo, yo si quiero saber que tienes conmigo.
Porque mi alma te anhela como centinela anhela la aurora y se emociona con sólo pensarte.
Porque tu eres el árbol frondoso y rama de ese árbol soy.
Te amo Jesús, bendigo tu nombre y extiendo mi mano, mis brazos, mis piernas, mi cabeza, mis órganos, mi corazón, mi pecho, mi mente, mi imaginación, en fin todo mi ser porque todo en mí te necesita.
Necesita de tu santidad, de tu sanación y de tu bien.
Y así testimonio de tu amor soy, porque todo lo que acaricias se vuelve parte de ti y tu eres amor.
Amor que sana, salva, cura y libera.
Sólo pensar en ti mi ser renueva, mi vida, mi cuerpo y mi mente sana. Mi entorno también.
Porque habitas en cada célula, en cada molécula, en cada átomo, en cada pulso electromagnético de mi cuerpo y del mundo.
Te acepto no como ese ser distante histórico sino como un Dios vivo presente en todas tus criaturas y en mí que va ganando territorios primero conquistando corazones.
Por eso quiero que todo el mundo conozca a mi maestro, sus palabras y su obra.
Por eso oro y rezo a diario.
Para que todos puedan ir a ti, a adorarte y alabarte.
Jesucristo, que tú Santo Espíritu, la Virgen María, San José, San Pío de Pietrelcina y todos los Santos nos guíen en esta vida seguir conociéndote.
Envía a tus Ángeles a guardarnos e inspirarnos todo el bien que podemos hacer y que quieres que hagamos.
Amén.